Navidad no será Navidad sin regalos —murmuró Jo, tendida sobre la alfombra. —¡Es tan triste ser pobre! —suspiró Meg mirando su vestido viejo. — No me parece justo que algunas muchachas tengan tantas cosas bonitas, y otras nada —añadió la pequeña Amy con gesto displicente. —Tendremos a papá y a mamá y a nosotras mismas —dijo Beth alegremente desde su rincón. Las cuatro caras jóvenes, sobre las cuales se reflejaba la luz del fuego de la chimenea, se iluminaron al oír las animosas palabras; pero volvieron a ensombrecerse cuando Jo dijo tristemente: —No tenemos aquí a papá, ni lo tendremos por mucho tiempo.