Esta era la inscripción que había en la puerta de cristal de una tiendecita, pero
naturalmente sólo se veía así cuando se miraba a la calle, a través del cristal, desde el
interior en penumbra.
Fuera hacía una mañana fría y gris de noviembre, y llovía a cántaros. Las gotas
correteaban por el cristal y sobre las adornadas letras. Lo único que podía verse por la
puerta era una pared manchada de lluvia, al otro lado de la calle. La puerta se abrió de
pronto con tal violencia que un pequeño racimo de campanillas de latón que colgaba
sobre ella, asustado, se puso a repiquetear, sin poder tranquilizarse en un buen rato.
Harry Potter se ha quedado huérfano y vive en casa de sus abominables
tíos y del insoportable primo Dudley. Harry se siente muy triste y solo,
hasta que un buen día recibe una carta que cambiará su vida para
siempre. En ella le comunican que ha sido aceptado como alumno en el
colegio interno Hogwarts de magia y hechicería. A partir de ese
momento, la suerte de Harry da un vuelco espectacular.
Tras derrotar una vez más a lord Voldemort, su siniestro enemigo en
Harry Potter y la piedra filosofal, Harry espera impaciente en casa de sus
insoportables tíos el inicio del segundo curso del Colegio Hogwarts de
Magia y hechicería. Sin embargo, la espera dura poco, pues un elfo
aparece en su habitación y le advierte que una amenaza mortal se cierne
sobre la escuela.
Por la cicatriz que lleva en la frente, sabemos que Harry Potter no es un niño como los demás, sino el héroe que venció a lord Voldemort, el mago más temible y maligno de todos los tiempos y culpable de la muerte de los padres de Harry. Desde entonces, Harry no tiene más remedio que vivir con sus pesados tíos y su insoportable primo Dudley, todos ellos muggles, o sea, personas no magas, que desprecian a su sobrino debido a sus poderes.
Igual que en las dos primeras partes de la serie
Tras otro abominable verano con los Dursley, Harry se dispone a iniciar
el cuarto curso en Hogwarts, la famosa escuela de magia y hechicería. A
sus catorce años, a Harry le gustaría ser un joven mago como los demás
y dedicarse a aprender nuevos sortilegios, encontrarse con sus amigos
Ron y Hermione y asistir con ellos a los Mundiales de quidditch. Sin
embargo, al llegar al colegio le espera una gran sorpresa que lo obligará
a enfrentarse a los desafíos más temibles de toda su vida. Si logra
superarlos, habrá demostrado que ya no es un niño y que está preparado
para vivir las nuevas y emocionantes experiencias que el futuro le
depara.
Era cerca de medianoche y el Primer Ministro estaba sentado solo en su oficina,
leyendo un memorando largo que resbalaba por su cerebro sin dejar el más mínimo rastro
de significado. Estaba esperando una llamada del Presidente de un país lejano, y mientras
se preguntaba cuándo llamaría el desgraciado, trataba de suprimir recuerdos desagradables
de lo que había sido una semana muy difícil, larga y agotadora, no había espacio en su
cabeza para nada más. Cuanto más trataba de concentrarse en la página que tenía ante él,
mas claramente veía la cara burlona de uno de sus oponentes políticos.
El día más caluroso en lo que iba de verano llegaba a su fin, y un silencio amodorrante se extendía
sobre las grandes y cuadradas casas de Privet Drive. Los coches, normalmente relucientes, que había
aparcados en las entradas de las casas estaban cubiertos de polvo, y las extensiones de césped, que
solían ser de un verde esmeralda, estaban resecas y amarillentas porque se había prohibido el uso de
mangueras debido a la sequía. Privados de los habituales pasatiempos de lavar el coche y de cortar el
césped, los habitantes de Privet Drive se habían refugiado en el fresco interior de las casas, con las
ventanas abiertas de par en par, en el vano intento de atraer una inexistente brisa. El único que se había
quedado fuera era un muchacho que estaba tumbado boca arriba en un parterre de flores, frente al
número 4.
Los dos hombres aparecieron de la nada, a unas yardas de distancia en un sendero angosto e iluminado por la luna. Por un segundo se quedaron quietos, apuntándose con las varitas el uno al pecho del otro: luego, habiéndose reconocido, las guardaron bajo sus capas y se pusieron a caminar, lado a lado, en la misma dirección.
- ¿Alguna novedad?-preguntó el más alto de los dos.
-La mejor.-respondió Snape.
Hace mucho tiempo, en una tierra muy lejana vivía un caballero, bueno, amoroso y generoso, luchaba contra sus enemigos que eran malos y mezquinos; mataba dragones y rescataba damiselas, hacía todo lo que solían hacer los caballeros buenos. Este caballero era famoso por su armadura, reflejaba unos rayos de luz tan brillantes que la gente del pueblo juraba haber visto el sol salir en el norte oponerse en el este cuando el caballero partía a la batalla.
Esta es una historia de hace mucho tiempo. En esa época los lenguajes eran bastante distintos de los de hoy... Las runas eran letras que en un principio se
escribían mediante cortes o incisiones en madera, piedra, o metal. En los días de este relato los Enanos las utilizaban con regularidad, especialmente en registros
privados o secretos. Si las runas del Mapa de Thror son comparadas con las
transcripciones en letras modernas, no será difícil reconstruir el alfabeto (adaptado
al inglés actual), y será posible leer el título rúnico de esta página.
El 28 de febrero de 1955 se conoció la noticia de que ocho miembros de la tripulación del destructor "Caldas", de la marina de guerra de Colombia, habían caído al agua y desaparecido a causa de una tormenta en el mar Caribe. La nave viajaba desde Mobile, Estados Unidos, donde había sido sometida a reparaciones, hacia el puerto colombiano de Cartagena, a donde llegó sin retraso dos horas después de la tragedia. La búsqueda de los náufragos se inició de inmediato, con la colaboración de las fuerzas norteamericanas del Canal de Panamá, que hacen oficios de control militar y otras obras de caridad en del sur del Caribe.
Este libro trata principalmente de los Hobbits, y el lector descubrirá en sus páginas mucho del carácter y algo de la historia de este pueblo. Podrá encontrarse más información en los extractos del Libro Rojo de la Frontera del Oeste que ya han sido publicados con el título de El Hobbit. El relato tuvo su origen en los primeros capítulos del Libro Rojo, compuesto por Bilbo Bolsón -el primer Hobbit que fue famoso en el mundo entero - y que él tituló Historia de una ida y de una vuelta, pues contaba el viaje de Bilbo hacia el Este y la vuelta, aventura que más tarde enredaría a todos los Hobbits en los importantes acontecimientos que aquí se relatan.
Aragorn subió rápidamente la colina. De vez en cuando se inclinaba hasta el suelo. Los hobbits tienen el paso leve y no dejan huellas fáciles de leer, ni siquiera para un Montaraz, pero no lejos de la cima un manantial cruzaba el sendero y Aragorn vio en la tierra húmeda lo que estaba buscando. «Interpreto bien los signos», se dijo. «Frodo corrió a lo alto de la colina. ¿Qué habrá visto allí, me pregunto? Pero luego bajó por el mismo camino.»
Pippin miró fuera amparado en la capa de Gandalf. No sabía si estaba despierto o si dormía, dentro aún de ese sueño vertiginoso que lo había arrebujado desde el comienzo de la larga cabalgata. El mundo oscuro se deslizaba veloz y el viento le canturreaba en los oídos. No veía nada más que estrellas fugitivas, y lejos a la derecha desfilaban las montañas del sur como sombras extendidas contra el cielo.
Juan Salvador Gaviota Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.
Chapoteaba un pesquero a un kilometro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida.
Comenzaba otro día de ajetreos.
Las crónicas de Narnia (en inglés: The Chronicles of Narnia) es una heptalogía de libros infantiles escrita por el escritor y profesor anglo-irlandés C. S. Lewis entre 1949 y 1954. Relata las aventuras en Narnia, tierra de fantasía y magia creada por el autor, y poblada por animales parlantes y otras criaturas mitológicas que se ven envueltas en la eterna lucha entre el bien y el mal. Aslan, un legendario león creador del país de Narnia, se constituye como el auténtico protagonista de todos los relatos (si bien los cuatro hermanos Pevensie: Peter, Susan, Lucy y Edmund, aunque ausentes directamente en dos títulos, sirven de hilo conductor).
Veníamos tomados de la mano, sin apuro ninguno, por la calle. Totoca venía enseñándome la vida. Y yo me sentía muy contento porque mi hermano mayor me llevaba de la mano, enseñándome cosas. Pero enseñándome las cosas fuera de casa. Porque en casa yo aprendía descubriendo cosas solo y haciendo cosas solo, claro que equivocándome, y acababa siempre llevando unas palmadas. Hasta hacía bastante poco tiempo nadie me pegaba. Pero después descubrieron todo y vivían diciendo que yo era un malvado, un diablo, un gato vagabundo de mal pelo.
En los viejos, viejos tiempos cuando los hombres hablaban todavía muchas otras lenguas, ya había en los países ciudades grandes y suntuosas. Se alzaban allí los palacios de reyes y emperadores, había en ellas calles anchas, callejas estrechas y callejuelas intrincadas, magníficos templos con estatuas de oro y mármol dedicadas a los dioses; había mercados multicolores, donde se ofrecían mercaderías de todos los países, y plazas amplias donde la gente se reunía para comentar las novedades y hacer o escuchar discursos.
El muchacho rubio descendió un último trecho de roca y comenzó a abrirse paso hacia la laguna. Se había quitado el suéter escolar y lo arrastraba en una mano, pero a pesar de ello sentía la camisa gris pegada a su piel y los cabellos aplastados contra la frente. En torno suyo, la penetrante cicatriz que mostraba la selva estaba bañada en vapor. Avanzaba el muchacho con dificultad entre las trepadoras y los troncos partidos, cuando un pájaro, visión roja y amarilla, saltó en vuelo como un relámpago, con un antipático
chillido, al que contestó un grito como si fuese su eco;
—¡Eh —decía—, aguarda un segundo!